Carta a un ángel


Mamá:                                                                                                                        13 de Septiembre 2019

            Te veo en la luz que ilumina mi cuarto cuando prendo mi lámpara, esa que hiciste vos con tanto esfuerzo. Te veo en el reflejo del espejo cuando me paro frente a él, recuerdo que todos los que una vez te conocieron, me decían que me parecía a vos de joven. Te veo sentada en la cocina, por más que la silla ya no siga ahí. Te veo en todas partes, y no paro de extrañarte.

            Te siento a mi lado cuando no estoy del todo bien, te siento cerca cuando estoy sonriendo y de repente veo tu foto, lo que me hace sonreír aún más al verte así de feliz junto a mí. Cuanto quisiera que estés acá, para poder apreciarte sonreír mucho más.

            Ya pasó un mes desde la última vez que te vi, ni siquiera sé cuanto pasó desde la última vez que te abracé, y admito que me arrepiento de no haberlo hecho tan seguido, me arrepiento de no haberte valorado más. Y por más que las peleas siempre estaban, también las risas, los chistes y las charlas predominaban. Sé que no habrá más de eso, pero cada una de ellas lo llevo guardado en mi corazón.

            Agradezco al universo por darme a alguien como vos, agradezco al universo por poder tenerte en mi vida. Nunca voy a poder superarte, y creo que eso está bien; no paro de llorar, no aguanto más pero no tampoco puedo dejar de luchar, sé que este dolor en algún momento se irá, pero mientras estoy acá tratando de sobrellevar todo lo que voy acumulando ya.

            Dejaste un gran vacío en cada persona que alguna vez te amó, un gran dolor que no va a ser fácil de superar. Dejaste palabras ahogadas, deseos sin cumplir.
Siento que quedó una charla pendiente entre las dos, palabras acumuladas y guardadas que ya nunca se podrán decir, sentimientos y emociones que ya no podrás escuchar y sentir; quizás por eso creo que te sueño tanto. Tengo tanto guardado, tantas cosas acumuladas que quise decirte y nunca pude ni podré.

            Será porque siempre fui reservada, cerrada y fría, esperaba que te acercaras pero eso nunca pasaba porque vos eras igual, y esperabas lo mismo de mí. Qué triste es, nunca haber podido soltar lo que tenía que decir solo por miedo a tu rechazo, y pensar que quizás sentías ese mismo miedo me rompe más.

            Y creo que está bien estar rota, siempre y cuando después me vuelva a levantar y arreglar, volver más fuerte que nunca. Espero algún día poderlo hacer.

Kenny Quesada

Comentarios